2.9.12

Falcao: la prueba del 9 siempre sale

Es el jugador de moda, y no es para menos. A Radamel Falcao su actuación estelar en el partido de la Supercopa de Europa le ha catapultado a las portadas de todo el mundo y a tema principal de cualquier tertulia futbolera. Cuarenta y cinco minutos prodigiosos en los que consiguió tres goles y realizó dos remates a los postes.

Falcao es uno de esos jugadores que los entrenadores de los equipos grandes piden y los aficionados disfrutan. Es de esa clase de jugador que, en los momentos clave de la temporada, en los partidos donde su equipo se juega un título, cuando se enfrenta a los rivales más poderosos es los estadios más intimidatorios, se crece y destapa el tarro de las esencias. Es un competidor implacable, un delantero que solo piensa en el gol.  El que marca la diferencia entre un buen club y un club campeón.


Dicen que los aficionados ingleses conocen y reconocen a los grandes jugadores cuando se salen ante un equipo inglés. Así salió del anonimato Fernando Redondo en Old Trafford y así se presentó ante la afición y la prensa británica el Tigre. Ante el Chelsea campeón de Europa dio una lección de juego en la posición de delantero centro. Ahora que bastantes equipos prescinden del rematador, que juegan con lo que se ha dado en llamar "falso 9", delanteros como Falcao o Llorente son especímenes raros, aunque extremadamente cotizados cuando desarrollan bien su trabajo.

Quienes no quieren este tipo de jugador en su equipo lo rechazan porque su idea de fútbol contempla la presencia de jugadores con otras características físicas y técnicas. Sin embargo, suelen echar de menos un delantero centro nato en situaciones apuradas en no pocos partidos de cada temporada. En el caso de Falcao, cualquier entrenador contaría con él para jugar en su equipo (a excepción, parece ser, de Tito Vilanova) ya que es un futbolista que domina todas las facetas del juego.

Rápido, técnico, con gran sentido del juego colectivo, de la creación en la zona central del campo, del juego veloz en el contraataque, del desmarque de apoyo y del de ruptura y, por supuesto, con un olfato de gol innato y demoledor.

Falcao tiene un dominio del espacio y del tiempo privilegiado. Sabe en todo momento dónde se encuentra él, el balón, el rival, el portero y el arco. Y siempre tiene en mente el gol. Domina con maestría el tiro y el remate, tanto con ambos pies como con la cabeza. Esas características unidas a un hambre de triunfo desmesurada, hacen de Radamel el mejor delantero centro del mundo y una pieza de deseo para los grandes clubes, por lo que el Atlético ha de tener mucho cuidado para conservarlo mucho tiempo en el club. De él va a depender que las visitas a Neptuno se repitan a menudo.

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