6.9.12

100 veces Pedro

Cuando uno consigue estar durante trece años al máximo nivel en su trabajo, es que es muy bueno. Cuando en esa profesión sólo pueden participar veinte o veintidós personas y uno de ellos eres tú, es que eres tremendamente bueno. Pero cuando en cada uno de esos trece años has conseguido superarte a ti mismo, estar por encima de las no pocas adversidades y zancadillas que el tiempo o la gente te han puesto y todo ello lo has hecho a más de trescientos kilómetros por hora en un monoplaza de Fórmula1, entonces es que estás hecho de otra pasta y te llamas Pedro Martínez de la Rosa.




Del piloto que el 1999 debutó en el Gran Circo con Arrows obteniendo un punto al ser sexto en el Gran Premio de Australia sigue quedando la ilusión del debutante, el hambre de quien quiere ser el mejor en lo que hace y el apoyo de su círculo más cercano. A su lado, en trece años, han pasado infinidad de mecánicos, compañeros, jefes, ingenieros... y todos ellos le profesan admiración, respeto y cariño. No ha sido un gran campeón, pero es valorado por compañeros y rivales. Es presidente de la Asociación de Pilotos por su carisma, su influencia y su experiencia.


De la Rosa es un piloto de cuyo talento y sabiduría se han aprovechado muchos compañeros gracias a las magníficas prestaciones que el español siempre ha ofrecido como piloto de pruebas de varias escuderías de la F1, en las que ha desarrollado coches campeones, testado neumáticos y reglajes que han marcado la diferencia en carrera no pocas veces gracias a las opiniones y ajustes de Pedro. De hecho, seguro que varios pilotos con más renombre mediático lamentarán no haber escuchado con más atención los consejos de un piloto que conoce los circuitos al detalle y sabe interpretarlos. Profesionalidad y talento.

Pero para el gran público, ese que se ha enganchado a las carreras de Fórmula1 a partir de la aparición de Fernando Alonso, Pedro Martínez de la Rosa es el que ha desvelado a los ignorantes de la materia un deporte en el que la máquina y los aspectos técnicos tienen una importancia capital a pesar de pasar desapercibidos para los profanos. Multitud de términos técnicos que ahora manejamos nos los ha enseñado Pedro. Y lo mejor de todo, es que sabemos aplicarlos correctamente. Así es su magisterio, claro y para todos.

Pues Pedro, nuestro Pedro, cumple este fin de semana en Monza 100 grandes premios. Ha tardado más que los grandes campeones de este deporte, también más que los no pocos "apadrinados" que solo por tener patrocinadores potentes detrás han sumado participaciones, muchas veces bochornosas, demostrando que había pilotos probadores más capacitados para competir. Y Pedro siempre ha sido uno de estos últimos. El destino ha querido que esa efeméride se cumpla en un circuito histórico como pocos, y que De la Rosa esté en un equipo español haciendo lo que más le gusta, pilotar un F1. Y haciéndonos disfrutar con él casi tanto como el propio Pedro disfruta dentro de su coche.

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